Un cuarenton, nuevo DT de la FIFA

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Durante el último tramo de su historia, la FIFA ha venido gobernando el fútbol  a su antojo, según la pauta que le marcan sus propios códigos e intereses. El FBI nos hizo el favor (de paso, es una de las pocas cosas que se le agradecen) de comprobar que, tras su cara de inocente ONG, se comporta como una multinacional mafiosa, no sé si exagero al decirlo, aunque apenas me limito a repetir lo señalado por quienes se han dedicado a investigarla y a mirar de cerca sus cuentos y sus cuentas.  Nos hizo el favor, reitero, porque, gracias a sus pesquisas se generó, a partir del año pasado,una crisis que se ha decantado durante estos días en la elección de un nuevo presidente de la organización y en la aprobación de un conjunto de propuestas que tienen que ver, sobre todo, con la democratización en su funcionamiento, incluyendo, desde luego, la transparencia en el manejo de sus ingentes recursos.

En busca de la credibilidad perdida

La agenda de cambios pendiente es amplia y compleja. Se trata, por ejemplo, de corregir la grave sub representación de varios continentes (África con 54 federaciones tiene cuatro puestos, mientras Europa con el mismo número tiene ocho). De incluir en el Comité Ejecutivo un representante de FIFPro (la asociación de jugadores), uno de una asociación mundial de clubes (no sólo, por cierto,de los ricos equipos europeos) y uno, así mismo, de la asociación mundial de ligas. De encarar la presión creciente e indebida sobre el fútbol por parte de intereses comerciales. Con frecuencia no muy santos que digamos. Se trata, igualmente, de regular en alguna medida ciertas consecuencias derivadas de la globalización puestas de manifiesto en prácticas indeseables en cuanto a traspasos, derechos televisivos y otros aspectos. De aumentar de manera relevante la participación de las mujeres en la conducción del balompié mundial. De adecentar el manejo de los recursos a través de auditorías independientes. De acortar el mandato de las autoridades a sabiendas de que la permanencia casi eterna de los directivos en el poder ha ido de la mano de la corrupción. Y, como estos temas, otros cuantos que deberían llevar a la modificación de la constitución de la FIFA como una ONG, a sujetarla a las leyes internacionales e impedir que actúe por encima de las normas nacionales, paso insoslayable de cara a la reforma del balompié en todos los niveles y ámbitos de su estructura.

En síntesis, se trata de inyectarle fuertes dosis de democracia a la administración de la FIFA y abrirla a la inspección publica bajo la premisa de que el fútbol es demasiado importante para dejarlo solo en manos de quienes lo dirigen.

¿Una nueva época?

La FIFA nombro a su nuevo D.T. Se trata del suizo Gianni Infantino, un cuarentón – hecho insólito en el medio deportivo, gobernado en casi todas las disciplinas en clave gerontocracia – que se desempeñaba como  secretario de la UEFA, hombre muy cercano a Michael Platini (actualmente bajo la lupa de la justicia) y nacido en la misma localidad suiza de Joseph Blatter. Es pues, un hombre proveniente del corazón del “establishment” del balompié, lo que no es precisamente el requisito que uno querría ver en alguien que asume el cargo con la encomienda de realizar transformaciones radicales en la FIFA, contrarias, como es obvio suponer, a los poderosos intereses que han distorsionado al fútbol, de acuerdo a las informaciones que nos dio el FBI y que actualmente se encuentran procesando los tribunales norteamericanos.

Hay, sin embargo, que darle el beneficio de la duda y abrigar la esperanza de que saldrá bien librado de la tarea dura y difícil que se ha colocado sobre sus espaldas. Tendrá, pues, hasta el año 2019 para demostrar que estuvo a la altura de las demandas planteadas y representó, efectivamente, el inicio de una nueva época para el deporte más importante del mundo. Ojalá alguien pueda escribir dentro de tres años que nos dejó un fútbol mejor gobernado, más decente.

Y ojalá alguien pueda escribir igualmente que, como resultado de lo anterior, también se comenzó a restaurar el fútbol venezolano, gracias a un nuevo liderazgo capaz de elaborar democráticamente un programa que sirvió para iniciar la remoción de los viejos cimientos de nuestro balompié. Ojalá ¡

Ignacio Avalos Gutierrez
iavalosg@gmail.com

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