CARACAS – Los ingleses son considerados por muchos los inventores del fútbol moderno. Ellos se encargaron de difundirlo y enseñar las reglas de ese deporte alrededor del mundo. Pero este país tiene en sus vitrinas pocos trofeos logrados por su combinado nacional: tres juegos olímpicos (París 1900, Londrés 1908 y Estocolmo 1912) y un solo mundial de fútbol de mayores logrado en 1966, torneo que fue jugado en casa y donde siempre esta la sombra del famoso gol fantasma de Geoff Hurst en la prórroga. Los maestros del fútbol han coleccionado puros tragos amargos.
La historia oral, la que carece de respaldo hemerográfico, dice que el fútbol llegó a Venezuela a través de los mineros ingleses que se establecieron en El Callao (Bolívar) en 1876. Sin embargo el origen documental del fútbol venezolano empieza en 1902 con la aparición del equipo San Bernardino, ubicado en la parroquia del mismo nombre, en el norte de Caracas. Ese conjunto fue fundado por los hermanos ingleses Jimmy y David Ballantyne, y a ellos se unieron Luis Olavarría, Adolfo Behrens, José Ignacio García, Eduardo Pérez Dupuy, Henrique Pérez Dupuy, José Antonio Izaguirre, los hermanos Alberto y Federico Vollmer, Tommy Ibarra, Luis Felipe Guevara, Pedro Antonio Yánez, Carlos Yañez, E. Brandt y Roberto Todd. La primera etapa del equipo llegó hasta 1908, año en el que sus dueños decidieron dedicarse a las actividades hípicas. Ahora, después de más de un siglo los alumnos retan a sus promotores para demostrarle que sus conocimientos con la pecosa han evolucionado.
En este mundial la selección de Inglaterra se ha caracterizado por su potencial ofensivo. No sólo los delanteros, sino incluso los centrocampistas o laterales llegan con mucha frecuencia y claridad a la defensa contraria. El paradigma de este buen hacer anotador es su tridente ofensivo: Ademola Lookman, Dominic Solanke y Dominic Calvert-Lewin. Dos de los grandes artífices para que los británicos estén en el último partido son Solanke y Lookman. De los 11 goles a favor que suma Inglaterra en el torneo, siete han sido obra de los dos atacantes.
Por su parte, los templarios vestidos de vinotinto sueñan con completar esa obra maestra de traer el Santo Grial a casa. La certeza de que este objetivo se puede lograr la tiene el seleccionador nacional Rafael Dudamel. “Hace dos años, desde que iniciamos a trabajar, esto formaba parte de nuestro sueño, de nuestros objetivos, y hace dos años seguramente no se veía lejano, sino quizás producía un poco de incredulidad y es normal, porque nosotros vamos haciendo vida en un país que a nivel de fútbol tenemos mucho que construir; dentro de muchas cosas que tenemos como estructura esto quizás no corresponda a lo que tenemos en nuestras bases, pero hemos sido atrevidos, convencidos, ambiciosos, creyendo en que de esta manera vamos a seguir incentivando, motivando a todo nuestro mundo de futbol para que sigamos creciendo y sigamos construyendo”, comentó el seleccionador nacional.
El seleccionador criollo destacó la madurez y evolución de la plantilla venezolana en el Mundial, “Lo que los muchachos van logrando es producto de mucho esfuerzo y lo digo siempre, no se ahorran un esfuerzo y por supuesto de esa convicción y de esa creencia que tienen ellos mismos, ese nivel de carácter competitivo que cada día aumenta y les hace sentir más fuerte”.
El domingo a las 6 de la mañana se escribirà una página histórica en el mundial: por primera vez en la historia una de estas dos selecciones podrá traerse a casa la copa. Nosotros soñamos con ver el cielo coreano cubierto con papelillos de color vinotinto enmarcado con el grito: ¡Campeones! ¡Campeones!