CARACAS – En la década de los ’80 había un jugador que amaba el fútbol, amaba su balón, vivía para ser el mejor, quería llegar a ser un crack del fútbol. Él sabía que cada vez que pisaba el terreno de juego tenía un solo objetivo: “Entonar el grito sagrado del gol”. Estamos hablando de Gabriel Barreiro.
Este delantero nace en Caracas un 14 de diciembre de 1960, pero cuando era niño es llevado a España. Después, a la edad de 10 años, regresaría a los pies del Ávila y allí comenzaría su idilio con el balón de fútbol. Daría sus primeras patadas en la Hermandad Gallega con el Galicia.
“El primer año que jugué fue en infantil “C” en la Hermandad Gallega. Ese mismo año jugué una final contra el colegio Santo Tomás de Aquino. Gracias a mi actuación, después del partido, el padre Carlos le ofreció a mi papá una beca de estudio y me fui de una vez a ese colegio. El paso por esa casa de estudios me marcó muchísimo a nivel académico y a nivel deportivo. El Santo Tomás podría considerarse una cuna de grandes jugadores de nuestro balompié. Allí tuve la suerte de compartir con Pedro Febles (Q.E.P.D.) jugamos juntos desde pequeños. Uno de los entrenadores que más me marcó en mi paso por el Santo Tomas de Aquino fue Hamlet Tabares, otro entrenador de esa época fue Benjamín Iglesias”.
Gaby Barreiro escaló todas las categorías con el equipo del colegio. En ese tiempo el Santo Tomás era una máquina de hacer fútbol.
“El padre Carlos (Q.E.P.D.) había armado un trabuco, desde el cielo él debe aún estar pensando en ese equipo. ¡No, nos ganaba nadie! El único equipo que nos daba pelea era el Loyola donde estaban Bernardo Añor y Paco Calderón. Esos juegos entre el Loyola y el Santo Tomás eran como unos clásicos, los graderíos siempre se llenaban de fanáticos, metíamos más gente que la Liga Mayor. Hubo algunos juegos que los tuvimos que jugar a puerta cerrada, ya que se formaban trifulcas entre los asistente. Nuestro equipo llegó a tener ese nivel gracias a los entrenamientos que realizábamos todos los días. Eso sí, las mejores canchas eran las del Loyola, las nuestras no eran buenas. El padre Carlos tenía un esquema de 4-3-3, nuestros rivales nos temían ya que siempre los llenábamos de goles. Yo recuerdo que en mi primer año de “B”, quedé como máximo goleador, para que tengas una idea de lo que era ese equipo marqué 51 goles en la temporada, el que llegó de segundo era mi compañero de ataque y anotó 49”.
En el aquel entonces en la la Liga Distrital jugaban 10 equipos con juegos de ida y vuelta. En ese torneo participaban colegios y clubes. El nivel era tan alto que el mismo Gaby nos cuenta que muchos saltaron años después al Galicia de Primera. Cuando Barreiro tenía la pelota se fundía en el verde césped y la velocidad de sus pies mareaba a sus adversarios
“Cuando tenía 19 años, el padre Carlos me cuadró una prueba con el Real Madrid, tuve mala suerte porque unos días antes disputando una pelota dividida con un jugador del Don Bosco, me lesioné los ligamentos de la pierna derecha, me tocó hacer rehabilitación. Cuando legué a España me llevaron a la ciudad deportiva del Madrid, me presentaron a un jugador que se llamaba Groso que era el que me iba a entrenar, él había sido central del Real Madrid campeón de Europa. Recuerdo que ese día cayó un palo de agua, podía correr y girar, pero no le podía pegar a la pelota” nos cuenta Gaby.
Hablando de ese test con el equipo blanco Barreiro nos habla de cómo fue ese entrenamiento en la ciudad deportiva del Madrid. “Mi naturaleza es jugar con la pierna derecha, pero hacía goles con la zurda, en esa época se jugaba con balones de cuero cocido que cuando se mojan pesan mucho y bueno… me hicieron sacar un córner con la pierna derecha y cuando saqué las lágrimas me salían del dolor. Al final hablaron con el cura y le dijeron que era muy buen jugador pero que estaba lastimado”.
Barreiro, también tuvo la oportunidad de disputar un juego. “Después de eso, el cura me dice que aprovechara el viaje para divertirme en los juegos con la cantera. El entrenador me mete en la alineación como suplente contra el equipo juvenil del Madrid, me puso de centro delantero, yo nunca había jugado esa posición, además no tengo físico para ser centro delantero. Fui a donde el cura y le dije que iba a jugar igual que como lo hacía en el Santo Tomás de Aquino, por donde me diera la gana, en el colegio yo era el único jugador que no tenía posición fija, el cura me dijo que me divirtiera, que hiciera lo que quisiera. Durante todo el partido no toqué la pelota con la derecha, el partido quedó 5-3, yo marqué 5 goles de zurda y le dije al cura, este equipo lo agarramos nosotros con nuestros juveniles en Caracas y no bajan de cinco. Todo porque llevaban el nombre del Real Madrid, que era campeón de Europa, pero los jugadores que estábamos en Caracas éramos unos fenómenos, lo que pasa es que somos venezolanos y no nos conocía nadie. Yo le decía al cura que si yo había hecho cinco goles con una sola pierna que se imaginara si estuvieran todos los verdugos de Caracas”.
Durante la amena charla, Gabriel Barreiro, nos habló de cómo fue el salto a la Primera División de nuestro país.
“El salto fue como dicen por allí sin querer queriendo. Mi familia es de descendencia gallega, yo jugué en la Hermandad y allí conocíamos a gente vinculada al fútbol. Me hicieron una propuesta de un contrato por 15 mil bolívares y después ganaba 3 mil bolívares mensuales, con eso me compré mi primer carro, a dólar 4,30 era más o menos algo, ese año fichamos Pedro Febles y yo. Nos fue muy bien ese año. Mi debut fue en Caracas contra un equipo que se llamaba Atlético Falcón, el portero era Daniel Francovig, ese día ganamos 4-1 y yo anoté 3 goles. También jugamos Copa Libertadores del año 80, jugamos contra el equipo brasilero Internacional Porto Alegre, con jugadores de la talla de Falçao y Batista, Mendoza y Roberto “Dinamita”. Ese año quedaron ellos llegarían a la final de la Copa Libertadores”.
Ese Galicia, era uno de los mejores equipos venezolanos de la época en sus filas había 7 jugadores que integraban la selección nacional. En la edición de 1980 el Galicia obtendría 3 victorias, 1 empate y 2 derrotas. En la primera ronda, el Deportivo Galicia derrotó 1-0 al Deportivo Táchira en el Olímpico. En el mismo escenario igualó 0-0 con el Vasco da Gama. En el último juego como local superó 2-1 al Internacional de Porto Alegre. En la segunda vuelta se llevó el triunfo (0-1) ante el Táchira en san Cristóbal, fue superado 4-0 por el Vasco da Gama en Rio de Janeiro. Y en el encuentro decisivo perdió ante el Internacional.
“En ese juego en Porto Alegre nos robaron. Falçao nos anotó el gol en el minuto 95’, si empatábamos ese juego pasábamos nosotros y no ellos”.
Luego de la óptima performance en la competición continental Barreiro recibió una oferta para irse a jugar al viejo continente. “Me fui a España, el presidente de Valladolid quería ficharme y al Galicia se le abrieron las agallas y no respetaron el acuerdo. Al final el equipo decidió fichar a un argentino, Mario Luna. Era un tipo más alto que Valdano. Regresé a Venezuela a terminar los tres meses de contrato con el Galicia, me desmoralicé porque sentí que mi carrera me la habían trancado, luego me lesioné y quedé a cargo de un restaurante que tenía mi papá en La Candelaria”.
Durante su periodo sabático, Gabriel Barreiro recibió una oferta para volver a los terrenos de juego en la Primera División venezolana. “Vino el señor Antonio Rodríguez a ofrecerme fichar con el Atlético San Cristóbal, fue el mejor presidente que tuve. En ese periodo el conjunto andino tenía tremendo trabuco, la única Copa Venezuela que tuvo fue la de ese equipo. La delantera de ese equipo tenía a Carlos Maldonado, Pedro Febles y yo”.
En la temporada de 1983, el Atlético San Cristóbal era dirigido por Walter “Cata” Roque y se fajó con el Táchira y los ecuatorianos de el Nacional y Barcelona de Guayaquil. Los andinos se clasificaron para las semifinales donde midieron sus fuerzas a Peñarol y Nacional, ambos de Uruguay.
“Luego me casé y me vine para Caracas, fiché con el Deportivo Italia y ese año tuve la desdicha de lesionarme, aquí nunca pudieron diagnosticarme, tenía mucha capacidad muscular y por eso no se apreciaba la magnitud de la lesión. Aquí todos los médicos que me vieron me dijeron que me buscara un trabajo de oficina, entonces me puse en contacto con un doctor en Argentina que se llamaba Horacio Funer, que era el médico de cabecilla de Maradona y de Ferrocarril Oeste”.
Durante la amena charla futbolera, Gabriel Barreiro nos habló de cómo ve el fútbol. “Es un deporte grato y a veces ingrato, pero es más ingrato que grato. Tuve la suerte de jugar en aquel entonces con jugadores que me enseñaron mucho, yo aprendí de ellos dentro y fuera de la cancha. Con el que más aprendí fue con un señor que jugó el mundial de México 70, se llamaba Federico “perico” León, era mi padrino en la cancha”.
Barreiro nos comentó como era el nivel de competitividad en la Primera División en su época. “Era mucho más fuerte que ahora, actualmente protegen más a los jugadores, cuantas veces no me marcó Chiquichagua, yo tuve la suerte de que cuando me marcaba ya estaba mayor y yo era un muchacho, pero la verdad que era muy rudo el fútbol en esa época”.
Después de retirarse fue entrenador del Santo Tomás de Villanueva durante 5 años. “Tuve en mi equipo a jugadores como Gianni Savarese y Jerson Diaz”.
Barreiro luego de su experiencia en los banquillos fue socio de su papá en una tasca en el centro de Caracas, después vendió sus acciones y entró en el mundo de las telas.
Fioravante De Simone