¿Fue o no un fracaso? Ahí está el dilema…

Corría el minuto 84 y parecía que Venezuela estaba a punto de hacer la hazaña. De entre los fuertes guerreros canarinhos, un fusil del eterno capitán puso el esférico a volar con dirección al corazón del área y de ahí surgió un soldado vinotinto que apuntó sin contemplación. Era palpable una remontada ante la complicada Brasil, un gol más y el sueño se hacía realidad, o al menos eso motivó la diana de Nicolás Fedor al resto de sus compañeros. Pero el tiempo se agotó y de nuevo un regreso a casa temprano. La Copa América terminaba para Venezuela.

A partir de ahí las preguntas, los cuestionamientos, las lágrimas y hasta las alegrías de que se perpetuara como ADN de la selección jugar siempre como se hizo ante Colombia. Venezuela había finalizado solo con una victoria pero con la impresión de una notable mejoría en la táctica, entonces ¿Fue o no un fracaso la participación del combinado nacional? Indudablemente sí. Ningún equipo debe ser conformista al pensar que si te eliminan con un pobre palmarés es un triunfo, porque se sabe muy bien que en el fútbol ni la meritocracia ni el jugar mejor sirve a la hora de clasificar, es de la manera más simple: el que haga más goles. La intención ni la garra cuentan.

El técnico Noel Sanvicente visiblemente afectado dijo que le daba “tristeza no darle la alegría al país” pero que tenía ya perfilada una base para las eliminatorias mundialistas. Si bien es cierto se dejó atrás el “pase largo efectivo” y el equipo mostró una cara ofensiva de ir a presionar el rival, es preocupante que la banca siga siendo una tarea pendiente. No se puede permitir que la expulsión de un titular, desmorone toda la estrategia y que de ahí se pase a las penurias. No es nuevo decir que Venezuela es carente de zagueros efectivos, y que la salida de Fernando Amorebieta dañó todo el sistema. Sanvicente deberá entender eso, y seguro ya lo hace, para que exista el reemplazo en cualquiera de sus líneas. Las eliminatorias están cerca, y lo visto en la Copa América es una demostración clara que no hay rivales débiles.

Fue agradable ver la conexión entre Ronald Vargas y Alejandro Guerra, ambos regresaban, uno había tras un calvario de lesiones y el otro por haber sido apartado del anterior proceso, el caso es que llevaron la conducción y la peligrosidad a la cancha rival, un hermoso acto que finalizaba con la puntería inequívoca de Salomón Rondón, pero debemos ser autocríticos y dejar las excusas a un lado. Aunque llegaron muchas veces al área, solo concretaron dos veces, y decir que la falta de tiempo fue un factor, es ver el ejemplo de Perú y como su estratega Ricardo Gareca tomó al equipo dos meses antes de la Copa y están en semifinales. No, no es eso entonces ¿Miedo escénico, falta de confianza? Es hora de crecer y con todo el cliché que encierra la frase, para ir a un mundial hay que ganarle a los grandes.

Pero no todo es malo, debo decir que la actitud mostrada ante Brasil en el segundo tiempo es la que siempre he querido ver en la Vinotinto y esa es la que debe permanecer en este camino que será áspero pero que con disciplina y aceptando, no justificando derrotas, se podrá llegar a la meta. Lo cierto es que la etiqueta de Cenicienta ya no les pertenece.

venezuelacopaamerica