CARACAS – La vida y el fútbol son un balón que giran sin detenerse. Ambas te dan sorpresas, así como describe Rubén Blades al ritmo de Pedro Navaja. Con solo tres años, el Colegio San Agustín fue capaz de fichar a un niño talentoso para jugar Liga Colegial, entrenado por un formador de talentos: Celso De Oliveira. Han pasado 13 años desde aquella vez, y ahora su nuevo entrenador tiene idéntico apellido, porque salió de las entrañas del primero. Dani se encontró con un jugador al que su papá pulió en la niñez. Pura casualidad, con estilo de un destino caprichoso en su forma.
Tino usa dos uniformes: el de Metropolitanos y la camisa color marrón liceísta. Lucha por ser jugador profesional y graduarse de Bachiller. Sueña con ver coreado su apellido entre las gradas que le aclamen, y a su vez se preocupa por ser el mejor estudiante del salón. Sencillo: es un producto con sello violeta, porque trascender en cada uno de los frentes supone una misión a consolidar.
“Entrenar con el equipo de Primera División es un sueño hecho realidad, pero por encima de eso, significa el compromiso que tengo con una institución que me ha dado la oportunidad de desarrollarme como atleta. La única fórmula del éxito se llama trabajo, porque no existe otro camino distinto a ese”, manifestó.
De la Península Itálica a la pequeña Venecia, se trasladaron los sentimientos de una familia que en su sangre trajo pasión futbolera. Caraqueño de nacimiento, Danesi es el lateral izquierdo del futuro, que hoy comparte al lado de Renier Rodríguez y Asdrúbal Castillo, sus referencias en la institución que representa.
“De ellos se aprenden cosas nuevas todos los días, porque son los ejemplos que sigo para cada día mejorar. Quiero hacer de esto una carrera, para que así sea mi sostén y el de mi familia en el futuro. Mi deseo más grande es debutar en Primera División, pero sé que todavía falta”, aseguró sabiendo que llegará.
Solo son 16 los calendarios que ha arrancado de su pared. Está evolucionando, dando pasos agigantados, pero comprendiendo lo ajustado de una dimensión que pocos espacios ofrece. Marcelo Vieira, del Real Madrid, ha sido su ídolo de siempre, y así como el hoy bicampeón de Champions es reconocido, en algún momento fue una ficha a la que apenas le bastaron 15 reales diarios para pagar el pasaje e ir a entrenar con Fluminense. Todo sacrificio tendrá una recompensa.
Tocar las puertas del seleccionado vinotinto a base de buenas presentaciones, está entre sus pretensiones inmediatas. Aquello no debería tardar si continúa transitando los senderos de la excelencia. Tino Danesi. Que nadie olvide su nombre.
Prensa: Metropolitanos FC